15 “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?” Mateo 7:15-16 (LBLA)
Jesús nos dice que los conoceremos por sus frutos. Un árbol puede ser bonito, decorativo, y ofrecer sombra en el verano, pero su propósito principal es dar fruto. Por lo tanto, se juzga por lo que produce, no por su apariencia. De la misma manera, un profeta, en términos generales, es alguien que habla de parte de Dios y debe ser juzgado por su vida, no solo por su apariencia o palabras.
Es posible que las uvas se queden atascadas en los espinos y los higos entre los abrojos. Desde lejos, podría parecer que están creciendo en árboles frutales reales. Como la uva es genuina, una persona ingenua podría deducir que el árbol también lo es.
Los cristianos genuinos pueden ser engañados por falsos profetas. Cuando los creyentes no estudian ni obedecen la Palabra de Dios, y permiten que la pereza invada su vida de oración, es fácil que sean engañados por alguien que parece tener buenas intenciones, especialmente si esa persona es positiva y permisiva. Esto los pone en peligro de ser como uvas en espinos o higos en abrojos. Satanás disfruta utilizando a la misma gente de Dios para promover su trabajo.
Los falsos profetas solo dicen lo que la gente quiere escuchar, como ocurrió en los días de Jeremías:
31 “Los profetas profetizan falsamente,
los sacerdotes gobiernan por su cuenta,
y a mi pueblo así le gusta.
Pero, ¿qué haréis al final de esto?” Jeremías 5:31 (LBLA)
La gente desea escuchar ilusiones, no verdades. Buscan placeres y fantasías, y se sienten molestos cuando son confrontados. Quieren motivación, pero no corrección; palabras positivas, pero no verdades difíciles.
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